Deseamos grandes mansiones pero nos tenemos que conformar en vivir en casas “pequeñas”. Según la última publicación del ministerio de fomento el tamaño medio de los pisos en España es de unos 100 metros cuadrados. Pero la pregunta importante es: ¿Cuántos metros cuadrados de vivienda realmente necesitamos o utilizamos?
La superficie mínima para una vivienda según las distintas normativas existentes está entorno a los 25 metros cuadrados. Esta construcción es de tipo apartamento o estudio para 1 única persona, también conocido popularmente por “loft”. Si manejamos superficies mínimas de viviendas familiares entendiendo una familia media española formada por 3 individuos esta superficie se queda en unos 60 metros cuadrados. Por el lado opuesto tenemos las grandes casas opulentas donde abundan las grandes salas y es fácil que se alcancen los 1000 metros cuadrados de vivienda. Obviamente el término medio es la virtud. Y eso lo demuestra el primer dato que abre esta entrada. También está condicionado por el precio de las viviendas que en los últimos años han tenido un crecimiento exponencial que ahora va cayendo.
Las viviendas excesivamente grandes terminan por “aburrir” a sus moradores. En la mayoría de los casos esto es provocado por la existencia de un gran número de habitaciones. Algunas de ellas no son visitas en ningún momento durante el día. Al estar distante la zona de día y la zona de noche los inquilinos sienten pereza de tener que recorrer un trayecto “largo” para ir de una zona a otra. También se torna en punto negativo el tener grandes habitaciones sobre todo cuando el clima es desfavorable tanto para frío como para calor. Aunque el sistema de climatización este funcionando correctamente y las condiciones ambientales en la instancia sean las apropiadas al ver un espacio muy amplio se tiene la sensación de que no se calienta o se enfría lo suficiente. Y como es lógico, más superficie útil de vivienda conlleva irremediablemente más gastos.
Por el contrario una vivienda con muy pocos metros cuadrados también afecta a sus propietarios. Tienen sensación de falta de privacidad, es complicado poder disfrutar de un momento de relajación sin que nadie moleste o esté cerca. Debido a la falta de espacio no pueden disponer de gran cantidad de enseres. A menudo por la especulación que ha existido estas viviendas reducidas tendrán poca superficie acristalada que de al exterior, lo que se traduce en muy baja iluminación natural. Esto último afecta al estado de ánimo, y antes que explicarlo pongo un ejemplo para que se entienda. ¿Donde preferirías vivir, en un sótano muy amplio sin ventanas o en una única habitación de 25 metros cuadrados que tenga ventanas en todas sus caras con vistas al exterior (no patios)?
Para terminar, tengo que admitir que solo he puesto los puntos negativos más usuales de cada tipo de vivienda pero ha sido de forma premeditada para provocar la reflexión sobre cuanto de grande necesitamos realmente que sea nuestra casa.
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